jueves, 17 de octubre de 2013

El hombre que no sabía llorar

-->


El hombre que no sabía llorar

El hombre que no sabía llorar
sabía beber el llanto de los ojos ajenos,
acunar los sollozos, acallar los gemidos,
mecer los pálpitos,
mimar las lágrimas;
adormecer con nanas los espasmos.

Los afluentes de agua salada que transcurrían por las mejillas
desembocaban en un océano de cabellos
y se filtraban hacia un subsuelo de piel y otros desencantos.

El hombre
que anhelaba dulcificar los mares
se preguntaba qué tipo de líquido había dentro de sus cuencas
y se medía la temperatura del rostro
buscando glaciaciones y otras catástrofes
que le explicasen por qué, siendo de hielo,
tenía la mirada congelada,
pero el corazón caliente de besos.
y los labios ardientes de consuelo.
Con ellos cantaba “boys don’t cry”
y quería evitar riadas de duelo,
lagunas de angustia,
mareas de desamparo,
pero no sabía cómo provocar la sequía entre los párpados.
Quería aprender a llorar para combatir agua con agua.
Al no lograrlo, buscó
la empatía entre sus dedos,
y encontró en sus palmas la conexión con la tristeza.
El hombre que al tocar lloraba
apretaba cinturas hasta exprimir la pena.
El hombre de ojos sin lástima,
se lastimaba pensando que no sabía llorar
pero sí sabía que por él lloraban.

El hombre que no sabía llorar
(tampoco) supo sonreír
a tiempo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario