miércoles, 4 de septiembre de 2013

Algo sobre una visita a una parte de la India

He titulado la entrada "Algo sobre una visita a una parte de la India" para expresar que apenas conozco la India, que únicamente he visitado el Rajasthan y Varanasi y que he estado menos de un mes. Es decir, que no he vivido lo suficiente como para escribir algo fundamentado al respecto. Por ello, escribo sin conocimientos, pero con sentimientos, y esto son tres poemas que escribí estando allí:

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El niño que no quería caramelos

El niño que no quería caramelos
era un mendigo prematuro
de manos de araña,
 de pies de barro y ojos de cristal.
Solo su tamaño muestra su infancia desnuda,
su inocencia descalza.
El niño que no quería caramelos
se camufla de superhéroe usado
para llevarse unas rupias a la boca
y escupírselas a sus padres
como quien rumia una condena a no alimentarse nunca,
a tragarse el desdén y otras malarias,
 a toser los juegos que nunca tuvo,
 a columpiarse en la esperanza de unos billetes que no sabe leer.
El niño que no quería caramelos
ha aprendido a saborear las piedras,
a lamer angustias que no le pertenecen,
 a chuparse las penas.
Ha aprendido a codiciar las propiedades de vidas adultas.
El niño que no quería caramelos
frunce el ceño ante los ojos que se desvían con indiferencia forzada,
 los de aquellos que respiran aire acondicionado
de forma incondicional,
los que consumen sin condiciones,
 los que caminan con suelas que corren,
los que poseen relojes que nadan,
teléfonos que cantan,
 sueños que no duermen,
pantallas que contienen mundos que él nunca vera.
El niño que no quería caramelos
 fue capturado por un objetivo.
Solo así, petrificado en una imagen, podría parecer un niño.



La hija madre

La hija madre
transporta un hijo hermano.
Parece su muñeco, pero esta vivo.
Con el hambre no se juega.
"Llévate algo a la boca".

De haber nacido en otro sitio
la niña seria madre
de un bebe de plástico maquillado
y con llanto de fantasía. 
"No te lleves las piezas a la boca"

No podemos amamantar a vuestros hijos (dicen)
ni acostarlos en cunas con doseles junto a los nuestros.
No somos responsables de vuestros hijos (dicen)
pero tu has sudado la seda
que abriga mi cuello.

La hija madre
pasea a su no-hijo
con la fuerza de sus no-brazos.
por las ventanillas de los autos.
Ninguno les adopta,
ninguno les lleva lejos.
"Ou je suis n'est pas qui je suis" (dicen).

El niño de cabeza colgante
pronto (con suerte) podrá caminar
y tener mas hijos que colgar
de otros brazos.


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En India

País con venas de río
donde van a morir tus células:
vidas flotantes.
País de vacas santas
de animales-persona,
de personas-hormigas.
Reprodúcete y habla
entre pitidos constantes.
Reprodúcete y recorre
por carreteras locas,
distancias de inseguridad.
Yo no como animales: 
los animales me comen.
Los monos son vegetarianos,
piensan, confiadas, sus crías.
Los escarabajos tienen
los ojos enterrados en arena. 
Corazón que no siente.

Yo me remojo en el desierto la conciencia,
me despierto llena de estrellas,
me duermo con un té de alba y cardamomo
que me llena de calor los pensamientos.
¡Y cómo me pican tus niños
con su inocencia adiestrada!
¡Y cómo me intrigan tus damas
de hombros tapados
y vientre abierto!

India, ¿dónde estás, mujer?
¿detrás de qué mostrador?
¿desempeñando qué trabajo?
¿fregando con tus manos, qué suelo?
¿criando con tu leche, cuántos hijos?
¿escribiendo, que bien puedes, cuántos cuentos
de mil y una noches?
¿empuñando qué lanzas?
¿derritiéndote en qué bailes?
Mujer india de ojos pintados
y dientes pobres,
¡sonríe! Hasta que se te estire la piel.
O no sonrías. Y demuestra
que tus arrugas son más puras
que todos los templos.




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