martes, 11 de junio de 2013

Nómada


Nómada
Un nómada es alguien de ideas fijas:
por eso puede moverse libremente en el tiempo y en el espacio.
 Agustín Fernández Mallo.



Te recibo en esta casa
de vientre profundo,
de balcones encerrados;
donde encontrarás
un omoplato en la alacena,
una clavícula en la sala,
un saludo al sol, en la ventana.

Te recibo
con ojos de vino,
con lágrimas en los vasos,
con tréboles en los platos,
con aire verde en la boca;
y te invito
a mi dormitorio de espejos,
a mi escritorio de arena,
a mi baño de olas.
Húndete conmigo en esta espiral de encanto.
Encontrarás que en el suelo
viven
 hormigas barridas,
remolinos de hojas,
polvo de ardillas;
que las paredes albergan sueños de todos,
pinturas de varios,
olores de algunos.
Que mi piel es esa alfombra que respira.

Aquí, donde las letras tiemblan y bailan
dentro de los pulmones,
te invito a guarecerte
del frío
o de ti.

Te recibo en mi casa
donde las plantas crecen
entre la nieve y la madera
entre el viento y las arañas.
Riega ya esta sed caníbal.
Y después,
ayúdame a desplazar los muebles
empotrados en mi tórax,
a desatascar los cajones de mis rodillas,
a despejar los estantes de mi cabeza.

Ábreme,
destápame,
entra,
libre,
no llames,
no hay llave.
No tengo casa.

martes, 4 de junio de 2013

Chistes, o la sorpresa del cerebro

- Hola, me llamo Oportunidad.
- ¿Cómo dice?
- Lo siento, las oportunidades se presentan sólo una vez.


Dicen que la risa es la sorpresa del cerebro. Es decir, nuestro cerebro se dedica inconscientemente a hacer predicciones sobre las acciones, a automatizar conductas y de este modo, hacernos la vida más fácil. Antes de que suceda una acción, nuestro inconsciente ya la ha previsto, porque ha guardado en su memoria acciones similares a lo largo del tiempo. Tal vez por eso, cuantos más años, menos capacidad para sorprendernos. Así por ejemplo, si vemos a una persona con un trozo de tarta en un plato y una cuchara en la mano, prevemos sus gestos: con la cuchara tomará un trozo de tarta y se la llevará a la boca. (A su vez, esta persona es capaz de comer y hablar al mismo tiempo porque el acto de comer está automatizado y no le exige toda su concentración). Pero ahora bien, si esta persona tomara un trozo de tarta con su cuchara y la estampara contra su nariz salpicándose toda la cara, probablemente nos haría gracia (bueno, puede que no ;-) ¿Por qué? porque es una acción sorpresa, una acción imprevista, algo para lo que nuestro cerebro no estaba preparado... y por eso se ríe. La segunda vez no nos hará gracia, porque ya lo hemos visto.... sin sorpresa, no hay gracia. 

Y pensaba esto mismo en relación a los chistes: en efecto, los chistes buscan una respuesta inesperada, una interpretación distinta de la que automáticamente habíamos pensado. La imaginación y la búsqueda de caminos alternativos hacen despertar a nuestro cerebro de su rutina de predicciones, y de este modo le hacemos reír.
También por esto mismo, cuando te sabes el chiste, pues ya no te hace gracia.

Pienso asimismo en las caídas... ¿por qué nos hace gracia que alguien se caiga? Porque no lo esperábamos... y aunque nos duela (por empatía, aunque más le duele al que se cae), no podemos evitar que esa "sorprendente" caída nos haga gracia... aunque tengamos que reprimir la risa. Constato también que existe un límite entre la caída (graciosa) y el accidente, que nos deja en estado de shock.

Me preguntaba también si puedo extrapolar esta teoría a estados de alteración por alcohol o drogas, en los que parece que todo nos hace más gracia... ¿será porque el cerebro está tan atontado que no puede hacer las predicciones correctamente y por eso todo le sorprende?)


- Juan, te llaman de Proyecto Hombre, que dicen por favor que te pongas...
- Si es que ni ellos mismos se aclaran...